El hurto inesperado
de mi lucha
El
hurto inesperado de mi lucha,
frente
al dolor,
poder
pisar con la venganza
la
providencia que me ofrecieron tus ojos.
Y la
voluntad pasa en vilo,
y la
esperanza se extingue.
Yo era
confiada y libre,
en mi
lado de la cama,
no me
asustaban los fantasmas,
y
tampoco reía los sueños,
rezaba
entre tu cuerpo
y
recorría cada poro de tu mirada.
Un día
algo murió,
acodada
frente a la infrecuencia de tus Te amo,
transcurría
lento el tiempo,
y reía
mis desgracias,
y las
edades se hacían siglos.
En las
cornisas de mi ventana,
los
gritos se deshacían en el aire,
en
silencio,
una
dama mantiene las formas,
una
dama responde entre sonrisas,
arrasa
eternamente,
entre
las estaciones que se suceden,
y
estudia fielmente los movimientos
de los
corazones dañados.
Una
dama obedece entrecortadamente,
y mira
con desdén la diferencia,
discreta,
errante,
llega
rebosante a la noche y espera.
Pero el
hurto inesperado
frente
al dolor
se abre
como un llanto
y se
desangra por mi cuerpo.
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