viernes, 29 de septiembre de 2017

MIGUEL FLORIANO




Narciso, creyéndose un ínclito poeta,
Se pone a cavilar una madrugada



A mi padre



Sembrar en mí la paz. Eso quisiera
esta noche, eso mismo solamente.
Que la deuda del tedio, la obediente
penumbra me aplacase, me durmiera.

Después, soñar aquello que la fiera
ignora y, bajo el túnel de mi sueño,
encontrar un espejo muy pequeño
para admirarme en él como debiera.

Sembrar en mí la paz. Romper la herida
que enlaza el corazón con su desvelo,
disfrazando este insomnio de agonía.


Y al alba, abrir los ojos, y enseguida
repetirme otra vez, mirando al cielo.
Contemplarme en la nueva edad del día.


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