martes, 12 de septiembre de 2017

ROMEO MADRID




Lamento ante un amor desenterrado



I

Estoy mareado a causa de los perfumes
y de las fresas remojadas en ginebra
la noche se ha puesto corbata
y tú has llegado en tacones
te encuentro peligrosamente cerca y distante
y yo ya no soy yo
y yo quisiera ser natural como una trompeta
dejar salir el sentimiento completamente
pero digo todo desafinado y a medias
me interrumpe la risa del mundo
y tú y yo estamos tan aquí que parece que no estamos
que apenas nos hubiéramos conocido
y hablamos de trivialidades por no dejar
y yo quiero arrancarme de mí
para ya no escuchar las campanadas de tu nombre
amontonando en el aire el eco de sus letras
tus ojos son cuarto menguante y todo es impreciso
te hablo como a un fantasma
tú me respondes con silencio
y yo tan sombra
con el corazón devaluado como billete de a cien
con las palabras atoradas en el pescuezo
escuchando naufragar la nave del olvido
en el azar de esta ironía con aguardiente


II

Qué afortunados todos los que no te conocen
qué amplio ha de ser el cielo para ellos
los que no te hallaron a la orilla de tu vida
arrojando piedras al vacío
dibujando en las paredes de los baños
y en láminas de papel cascarón
que no te vieron dormir furiosa
y despertar para hacer pan francés
pisando los vidrios rotos de tu infancia

¡Ah! Qué amable ha de ser esta hora
para el que desconoce tu afición por el baile
por morderte las uñas y ser impuntual
en qué tibio sueño sumergido
está el que no sabe tu historia de viajera
tu convicción de rebelde y olvidadiza
tu forma de doblar la ropa y de mirar en el orgasmo

Si existe la felicidad debe ser la de no saber que existes
la de nunca haber dormido en Zipolite
escuchando tu respiración y los grillos

Sí, felices los que no te enviaron flores
que no escondieron notas sobre la eternidad
para que las descubrieras en el trabajo

¡Ah! Pero yo no soy de esos
yo conozco bien tu letra y tus errores
yo voy y vengo por tu nombre
que hoy me sabe a cerveza rancia
a frío en los dientes a escena trágica
de ti en el súper ola y otras manos


III

Tengo un dolor como para morirse de risa
lloro que parece que río
río que parece que duele
tengo en el pecho un tormental
y unos perros matándose a mordidas
qué hora para entender un mal chiste
contado hace tantos y tantos meses
qué día para visitar la morgue
y reconocer el cuerpo de un amor
atropellado hace dos años y medio
qué furia qué rabia contra uno
comprender que ella vino con los brazos abiertos
y uno no quiso ver que ya se iba
que sus pasos se hacían de nube
y como nube se hacía indiferente
a esta tierra gris que no florea

¡Ah! Tengo una amargura que parecen veintinueve
y un ardor detrás de los ojos y de la manos
se me cayó la máscara del gracioso
se me vinieron encima las fotografías
y unas ganas de hablar con mis muertos
de regar sus tumbas a llanto tendido
qué pinche manera de andar valiendo madres
de respirar con el corazón astillado
de andar con la cola entre las patas
total así las cosas
uno debe cosechar lo que siembra
aunque el fruto se recoja
del árbol del olvido



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