Morir en los desiertos
Mujer
que eres la tierra,
en mi
sueño ando con el cuerpo roto:
piernas
dobladas, dos corazones heridos
por la
misma bala de siempre. No sé
cuándo
la
respiración dejó de tocar al cuerpo,
cuándo
mi
viaje a través de los dedos por tu boca
llegó a
la mordida que acarrea
al
desangramiento.
Mujer
que eres la tierra,
en mi
sueño cruzo todos los días
la
misma frontera, para alcanzar
el
tacto blanco de tu espalda desnuda
que
dibuja vértebras
sin
carne
sin
tiempo
y
espacios donde el gemido eterno no anuncia
mi
porvenir de silencio. Te llevo
punzando
mi costado izquierdo sin que salga nada
y
gritando un orgasmo negro: me voy
dirigido
a esa estrella marinera
que se
apaga enseguida, después de vaciada
la res
que han partido a la mitad, desollado el cuerpo
de
todos los ejecutados de la historia. Te llevo
callado,
en la constancia
silenciosa
de un tormento
que es
pasear desnudo eternamente, arrastrándome
por el
desierto infinito de mi voz decaída,
por el
laberinto de brazos y piernas que dibuja
la
errancia de morir ahogado entre arenas
de un
planeta infértil que se expande
desde
siempre
hasta
siempre: sólo en pensar
que ando lejos de mi tierra… Nomás
que me acuerdo
me dan
ganas
de
llo/
rar
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