Sirenas
La
solución quizás sea sentarse
en lo
alto de la góndola
y
esperar. Pasarán
los
cadáveres de nuestros enemigos
empujando
sus changuitos
por el
pasillo de sopas y conservas.
Me
encantan las sirenas,
silenciosas
y kafkianas.
Calladas
se defienden.
Ahí
está el peligro:
no
vienen a mí: yo voy hacia ellas.
Derivo
del billete
a la
moneda, al papel, al plástico.
La
metonimia perfecta:
una
foto, tu firma y
cuántos
meses
para
que el miedo pierda interés.
Miro
sus bocas sin oírlas,
sé de
lejos el precio
de lo
que ofrecen y qué vale:
humilde
esperanza humana de vivir
para
pagarla.
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