lunes, 16 de octubre de 2017

ANDREA OCAMPO




Rioja ida y vuelta



Hombres al ras, como nuevos relucen
todavía colonia en los dedos
del primer cigarrillo.
Fumamos antes de levantar las persianas
y exhibir las sonrisas del contrato.
Robamos minutos para ver el cielo
aunque sea a través de una personal nube
de humo. Temprano la vereda
lavada se respeta somos una tribu limpita
y silenciosa:
cruzarnos a diario no implica el saludo.
Compartimos
la rutina y su látigo en detalle:
la corbata, el maquillaje, el reloj, los tacos.
Y recién empieza. Y no tiene orilla.
Después son las horas innumerables,
la conciencia de un infinito misterioso
y ajeno.
Me pienso a la hora del regreso
la misma calle con el sol de frente,
los colores cansados, el cigarrillo de la vuelta.
¿Qué puedo pedir?
Ser una golondrina  y cruzar el mar
sin mirarlo.


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