jueves, 2 de noviembre de 2017

EDGAR VALENCIA




El llanto del tigre 



No sé cuanto tiempo llevo
tu imagen adherida a mi silencio
y mis manos que se tienden a la sombra
crujen con la noche como apagado grito.
Pues tu cuerpo, en su humedad portuaria
en su noche precisa del verano
me es ajeno, y no hay nada más triste
que el fuego apagado porque sí
aunque siempre me aleje entre temblores
y sienta la sangre como el agua
que ya se agota entre el vapor del té que ahora preparo.
Y es grato verte, en días obsequiados por azares
que no merezco y necesito, para despertar
entre la calle y tu cuerpo que camina
en un misterio de sorpresa y llanto.
Pero algún día la noche será notable por tu risa
y tu pecho dispuesto a las ventanas
cuando te mire en todos los cristales;
no sólo el fortuito abrazo del amigo
que agazapa el deseo como un tigre domado
(aunque adentro la voz es tan intensa…)
pero alguna vez la noche será el día
en que vengas a mi cuarto y me llenes
los labios de un licor tibio. Ya veo tu cuerpo:
un oro fulgiendo entre el eclipse
de los brazos y el rubor breve
que acompaña a los delirios.


No hay comentarios:

Publicar un comentario