miércoles, 6 de diciembre de 2017

TOMÁS RAMOS RODRÍGUEZ




El inmigrante



El sol avanza como una fiera
que muerde
los bemoles inconscientes que caminan
lentos por las veredas de Yuma.
El comercio se ha detenido a trote de rueda
por la poliforme fila que acordona la palabra.
Setecientos hombres y sus familias fueron detenidos
este fin de semana, porque no pudieron convencer a los oficiales
que sus números de seguro social (Social Security Number SSN)
eran verdaderos.
El español es una lengua que vive, que delata, que todos
temen hablar con el orgullo de quien aquí habita.
Todo es furia, frío, fuego. Brasas destinadas a la explosión
en las noticias, de a quien la ley SB 1070 señalará como indiciados.
“Salimos de la High School porque pensamos importante
nuestra presencia con la Raza”.
Setecientas escuelas con sus estudiantes, High Schools,
Community Colleges han despertado del encierro.
A marcha de ira los puños cafés y las cabezas negras
fulguran como una gran serpiente alada bajo el sol.
Setecientos oficiales giran prevenidos para reprimir a la multitud,
para que los gases lacrimógenos y las órdenes dadas por el sheriff
sean un ultimátum al abrazo del terror.
Tucson desploma sus últimas trailas, las trocas
continúan su veloz paso por el freeway mientras la Chicana
duerme la canción india en los ecos del silencio.
“’Salimos del trabajo para defender nuestros derechos’, ¡Somos seres humanos!
We have human rights! ¡Si se puede! ¡Viva la Raza!”.
Una mujer quema la noticia de un periódico en la oreja
de su esposo, mientras una cubeta yace en medio de ellos
y un rosal amaina la terraza en el cobre del desierto.


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