martes, 2 de enero de 2018

AIDA CARTAGENA








Sed del Dolor





Ciego caminante de las sendas

de las constelaciones.

En la noria de luz donde viven las lágrimas...

sed de dolor, los pétalos has secado como una tierra cálida.



El llanto de la tarde se apagó en la montaña.

Las palomas del sueño se han herido en las alas.

La infinita ternura con que el olvido

acuna el dolor,

para hacerlo dormir.

para hacerlo olvidar,

es una queja vaga, rezagada en la arena

donde el dolor se abre,

pero el agua no llega.



Horadando los cielos,

a las nubes se han ido,

a la luna se han ido, los labios del dolor,

y las nubes de agua,

y la luna de agua,

no han mojado los labios de la sed del amor.



En el llanto de noche que en la grama amanece,

en la última queja que sangra de la boca,

en la fuente del alma que el helecho naufraga;

en todo lo que es agua,

la sed de mi dolor

no ha encontrado su agua.



Ni el vino de los viejos recuerdos,

ni el licor de la mística oración de la sombra,

ni el óleo de la lámpara,

ni la lluvia de estrellas,

ha calmado la sed, la sed de mi dolor.



Dolor que ha bebido todas las aguas vivas,

dolor que ha bebido todas las aguas muertas.

La sed de mi dolor sólo espera un retorno,

para calmar su sed

de lámparas eternas!

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