martes, 2 de enero de 2018

MORIANA DELGADO 







Matrimonio





Desperté y me di cuenta que llovía.

todos éramos un juego

mamá no quería entrar al cuarto,

estábamos dolidos.

La tarde no era tarde,

el matrimonio era un café frío,

las horcas allá afuera había dado el tirón

alguna vez en el pasado.

Mis manos no eran manos,

eran un tiempo de tu tiempo.

Estábamos todos reunidos,

para una demencia mal lograda,

para ver a papá regocijarse en el vestido,

en el mirador de los encuentros.

Éramos todos un pescado,

afuera de sus entrañas, nadando en el tragaluz oscurecido.

Desperté y me di cuenta que llovía.

La luz estaba apagada.

La ficción rondaba ausente.

Soñé con ser un bisonte

un árbol dislocado,

pequeñas gotas de luz,

y pensé:

No hay nada más triste

que querer estar mejor.

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