La voz
I
A
rastras llega el silencio hasta la cama
se
desliza entre sábanas claras humedecidas por la
noche,
penetra
suavemente en el laberinto del oído hasta
ensordecerlo.
Él
pensó que era la mar embravecida,
quizá
el aire exhalado de sus pulmones,
tal
vez, un rayo de luz que juguetea.
Un
silencio tan estruendoso
tenía
que venir de alguna parte
o
partir hacia algún lugar.
Nunca
supo cómo,
simplemente
había llegado sigiloso,
para
inyectar por sus colmillos huecos,
olvidadas
letanías.
II
¿Y si
corto las cuerdas,
olvido
los nombres
y borro
la letra,
existiré
aun en medio de esta luz roja,
sobrenatural?
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