lunes, 22 de enero de 2018

LORENA VENTURA



  
Geografía de la dicha



Lentas luminarias líquidas
            venidas de tus labios
recorrieron mi piel
señalando mis puntos cardinales.

Para ti el hecho fue muy simple
pero desde entonces no me pierdo en barco alguno.

(Si escuchas un ronroneo mientras canto
            es mi corazón que ha vuelto a funcionar)

Así que

ahora que tenemos un alboroto entero
de brillantes peces
alimentemos al tigre de la dicha
            sin temor alguno.

Porque en tu cuerpo yo ejercito mi entusiasmo
cada colibrí lleva ahora  tu nombre a otras flores.

Porque la luz de mi interior es consecuencia  de tu aliento
y porque tu mano ahora es un pegajoso caracol entre la mía:

ya no me quiere más la muerte.

Puedo entonces
 –lanza en mano
            saludar al mundo.

(Saludos
hipocampos y hombres silvestres
y pintores festivos
y bomberos en días de siesta,
salmones bordados en el manto
de los ríos)

Que tus ojos sean la forma única
            en que yo pueda contemplarme.
Que en lugar de cardos sea
la hierba húmeda quien me reciba.

Que emplumes con palabras amarillas
            mis alas minerales.

Y que siempre pueda tenerte de mi lado
corazón
para que nada

Nada grave me suceda.




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