Geografía
de la dicha
Lentas
luminarias líquidas
venidas de tus labios
recorrieron
mi piel
señalando
mis puntos cardinales.
Para ti
el hecho fue muy simple
pero
desde entonces no me pierdo en barco alguno.
(Si
escuchas un ronroneo mientras canto
es mi corazón que ha vuelto a funcionar)
Así que
ahora
que tenemos un alboroto entero
de
brillantes peces
alimentemos
al tigre de la dicha
sin temor alguno.
Porque
en tu cuerpo yo ejercito mi entusiasmo
cada
colibrí lleva ahora tu nombre a otras flores.
Porque
la luz de mi interior es consecuencia de tu aliento
y
porque tu mano ahora es un pegajoso caracol entre la mía:
ya no
me quiere más la muerte.
Puedo
entonces
–lanza
en mano
saludar al mundo.
(Saludos
hipocampos
y hombres silvestres
y
pintores festivos
y
bomberos en días de siesta,
salmones
bordados en el manto
de los
ríos)
Que tus
ojos sean la forma única
en que yo pueda contemplarme.
Que en
lugar de cardos sea
la
hierba húmeda quien me reciba.
Que
emplumes con palabras amarillas
mis alas minerales.
Y que
siempre pueda tenerte de mi lado
corazón
para
que nada
Nada
grave me suceda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario