Principio último de realidad
No
comprendo en la extrema oscuridad de esta noche
a Altaír: lo incomprendido
anula
en mí la acción: no
salgo de incertidumbres,
temo mayores trastornos:
me
propongo dar dos o
tres
vueltas a la manzana,
quiero
decir mañana, en
la constelación del Águila
perderé
báculo y amago
mínimo de movimiento,
el próximo paso, la propia
estela
(si no visible al menos
imaginable) apenas viene al
caso qué he de desayunar en
unas horas: Altaír me desvela.
Prendo la lámpara de noche,
la oscuridad devora la luz
artificial. Saco a relucir un
libro de cabecera, en el
libro fulgen (se opacan)
los poemas de Baudelaire,
me dispongo a leerlos en
voz alta, original, versión
al inglés, versión al español,
uno
por tres, Altaír, y un
miedo atroz, los opacan:
opaco, apago. Me digo el
Sutra,
me quedo a medias:
una existencia entrambasaguas,
medias tintas, chicha no,
limonada tampoco. Mírate:
una barba florida, teñida de
azabache, al bajar la cabeza
me
roza el ombligo, su
anchura llega a mis costados,
barba imaginaria. He perdido
el pelo, vello, luz de las
pupilas, acordes mesurados
del oído, me asquea el olor a
brillantina,
dentífrico, me
asquean en verdad aromas
y colores. Soy más o menos
bipolar y autárquico: no
tengo descendencia ni quiero
acompañamiento; me alimento
de huevos duros, la durísima
clara, la fárfara de los huevos:
descafeinado: pan de molde
tostado a pelo: me vuelvo de
costado, cierro los ojos no
sea
aparezca la Ley, sopetón,
susto
mortal, a bote pronto
morir, mejor de medio lado,
duele menos, se ve menos,
menos se intuye (vislumbra):
ya
estaba anquilosado. Medio
tostado. Toda clase y orden
y género y tipo de dolencias.
En
orza repleta, muerte. En
fanal donde cabe mi cabeza,
peluca y perilla, mofletes
descarnados, patillas grises
(mejor aún color plomo)
muerte. Orza, fanal y
cornucopia, segura muerte.
Ya oscurece la oscuridad.
Altaír
resplandece justo
en
el sentido contrario a mi
situación.
Yo leía siete horas
al día, y no hay en mí una
sola célula capaz de
conocimiento:
el miedo
tiembla al compás del
azogue en mis pupilas, por
septentrión viene bajando
(sin acecho) en puridad
incomprensión.
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