domingo, 18 de marzo de 2018

DANIEL MIRANDA TERRÉS





Ojalá pudiéramos oír sus pasos.
Algún golpe quedo
o que tropezara en la cocina.

El ruido de un cerillo
al encenderse,
el crujir de las ramas
tras la ventana.

Un murmullo en la penumbra.

Lo que fuera que nos hiciera saber
que Dios no es este silencio
que tanto nos perturba. 



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