La Medea del Ajusco
I
Elvira
hubiera preferido no
los
golpes
el
aliento resquebrajado tras un éxodo a la ciudad colca
no la
nave Argo encallada en el baldío conocido
por el
nombre de Ajusco
la risa
de las calles deshabitadas
no
A
partir de ese momento comencé a trabajar como sirvienta, hasta que se cruzó en
mi camino Nicolás
nuestros
cuerpos de asbesto a la sombra
del
paroxismo histérico
no
el
debacle en los titulares
los
cines
los
teatros.
II
Confiesa
la Madre Homicida/asegura que no soportó
verlos con hambre y/“ME DESESPERÉ Y AHORQUÉ A LOS CUATRO”/ A GOLPES/ Supo que su marido tenía otra mujer y
cuando él se fue al trabajo/ PAGO DOSCIENTOS MIL PARA QUE
MATARAN/ Porque no Tenía qué Darles
de Comer /Habla la mujer que acabó con/A SUS 4 HIJOS / sus hijitos
III
1982:
Moscas
en un cuarto verde:
Elvira
observa los bordes acolchados de sus mangas
extenderse
en el recuento
es que de que no me di cuenta de lo que
estaba haciendo.
Nadie
puede confiar en las embarazadas. Mucho menos si son jueces.
Mucho
menos si
se
llama histeria femenina suponer que ser madre no es natural.
¿Mató usted a sus hijos?
Los
hijos: pequeñas islas en un cuarto.
La
firma que deja un calcetín azul
en el
cuello y
que
funciona igual que un trozo de
tela o
un fajero o las
manos o
un me
IV
1984:
23 años de sentencia.
Elvira
es culpable, dictó la juez.
Elvira
es una fiera, dicen los periodistas.
Elvira es
pecado mortal, prometieron los católicos.
Elvira
es víctima, aseguran las feministas.
Elvira
aprendió inglés y se volvió secretaria, afirmó Elvira.
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