La Merced
a mi madre
Sólidas
montañas
ocurren
a cada paso:
semillas
para moler
barro,
arcilla, cal
fruta,
almíbares, sueños
el
señor que revende
y la
señora que ordena
su
mesa, ese espacio reducido
que
ella multiplica con sus manos
para
acomodar torres de cebolla y rábanos.
Alguien
dice, “pásele, güerita”
y
compro la piñata para la fiesta de mi niña,
pruebo
“tantita” fruta,
me dejo
llevar por las olas de la Merced.
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