Después
Ahora
tras el canto, después de la sirena,
cuando
vuelve el silencio a remediar el mundo,
cuando
la mano acerca su flor hacia la tierra
y
puntea un poema profundo porque es mudo.
Y
después de los siete pecados capitales
y de
tantas virtudes a las que renunciamos
y de
tantos errores, de los imperdonables,
y tan
pocos aciertos a los ojos humanos.
(A los
ojos de un Dios hemos de ser muñecos
sin
voluntad ni fuerza, de la nada a la nada
no
viajamos, el viaje nos lleva a pesar nuestro
y somos
del destino los caballos de carga).
Y los
que cometieron el pecado mortal
de no
haber cometido pecado alguno, o casi,
porque
el solo estar vivo es condena fatal
de un
pecado anterior que hizo esta vida frágil.
Justos
o pecadores, que poco importa al polvo,
grabamos
nuestra muerte, la historiamos de olvido
para
hacer de los huesos brillo ardiente en el lodo
y morder
en la noche raíz de paraíso.
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