lunes, 21 de enero de 2019

MAURIZIO MEDO





Arcano XVII

 Bendito sea el año, el punto, el día,
la estación, el lugar, el mes, la hora…
 Petrarca



Helo  ahí.

Toma aviones que le canjean ruta a los albatros
para emigrar autista, hasta ignorar que el día
es perfecto por su culpa.

Helo aquí.

Ninguno dijo lo que especulaba, ni explicó
dónde demonios es aquí.

Tú convulsionabas en quiasmas de ansia y vacuidad.

Yo, sin oxígeno, en asfixia racional.

Es ese el amor,  es ese el amor – gorjearon
niños alineados en tropel de rondinel
y descubrí a Medo, librándome de él.

Fue perfecto.

Aedas de la gleba, cantadlo a capella:

Per-fec-to

Recuerdo que aquella vez cenaste con apetito,
espléndida vulgata de pasiones,
yo le hurtaba migas al palomar.

Picoteabas una a una, embrutecida
por un bramante fuego.

Sólo te suplicaba ser real,
cuajado de rocío,
por un minuto de verte.

Evohé, Evohé
-repetidlo aedas- 

Tú en el lagar, yo en el lagar,
sobre orujos apilados
en el lagar
no pensamos en desnudarnos.

Pero el candil alumbró mi noción de tu piel.

Descubriste que la luz vale la pena.

No culmina ni se adiciona.

Es o no es.

Hoy, como aquella vez, opípara es la sed.
Se nos fraguan las manos en una distancia estelar,
el sol se enamora de la noche, y  sonríes
mientras nos comemos los ojos
por los siglos de los siglos.
Amén.



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