lunes, 22 de abril de 2019

EDUARDO ANGUITA





Mi muchacha se va a casar



Como un espectro de duración indefinida
como el aliento del caballo que se ha quedado merodeando
en torno al hocico
como la desaparición engañosa del mundo
permaneces, rocío de senos blancos
rocío de risa sin miedo, pero profética
Mi niña que te vas a casar con un ser demasiado presente
mi nieve que en la noche se levanta
con ojos tan terribles que parecen
la mirada de alguien que ha naufragado bajo el té
mi fuego que te avecinas por los firmamentos de la memoria
Oh corazón que siempre desea una temperatura exagerada

Niña, mi nieve intranquila, mi fuego dominante
te vas a casar con una piedra segura
¿Qué va a ser del dulce vapor irreal de tu existencia?
Y tus piernas como sorpresas nacidas a medianoche
y tu vientre como sol guardado
¿Qué van a ser al golpe de esa piedra o ese hombre?

Me necesitas a mí que soy tu plumaje justo
tu arco por donde debes pasar zumbando al delirio
tu selva en donde debes extraviarte
tu mar de amenazas
tu continente flexible

Nadie ha olvidado tu fantasma
que parecía existir a ciertas horas de calor
ni tus palabras lanzadas para empañar las frutas y las frentes
pero que hacían un ruido que recuerdo
de escritura antigua sobre piedra de escritura seca
ni tu sangre hecha para servir de cortina al pensamiento

Te vas a casar con una decoración tenebrosa
con un hombre que es una decoración regulada
una decoración con una decoración adentro, como arterias
deshojándose, deshojándose

Pero me necesitas, hermoso humo de senos blancos
te hago falta, fosforescencia querida
deseo estar contigo para dudar de mí
porque el amor es una irrealidad
apta para comprobarnos


No hay comentarios:

Publicar un comentario