miércoles, 12 de junio de 2019

ANTONIO ALFECA





TERROR, malla que cae con mítico
espesor sobre el leve cervato de la inconsciencia,
certeza de muerte en el cazador que anuncia
la sangre que arranca con su sombra;

desván de vieja nocturnidad profanada
por un niño laberíntico
que desespera por ser su propio reloj
antes que su propia ventana.

Te necesito como a una cierva de mármol preñada:
inúndame por este humilde recuadro de muros sin tiempo
con tu divina leche redonda,

o acéchame real y dispárame
y que, con sólo verte, tus saetas marquen
el final de mi hora.



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