La Guerra
I
Yo
volvía impreciso
de
un oscuro y solitario viaje. De la felicidad
que
no me esperó
con
su final perfecto. Y encontré
la
tierra devastada,
tajeada
de ira por ríos ausentes, por charcos
de
humo y sangre
como
luna olvidada y muerta. Entonces,
por
entre los gritos y las flamas de furia
escuché
el grito
que
destinado estaba para mis oídos
ciegos:
era
mi niño,
lacerado
y tierno
casi
un susurro deshaciéndose en la ceniza
que
dejó
aquel
rayo. Pero,
el
niño que recogí entre mis brazos
bien
pudo ser el amigo
o
el enemigo, o quizá
yo
mismo,
cuando
mi padre me olvidó
con
una maleta
en
algún hotel de la tierra. Era la guerra,
esa
que les sucede a los otros, allá,
a
lo lejos,
en
el futuro o en los libros de historia, la
misma
que
nos afrenta en las calles, en las camas,
en
las almas, en las caries,
en
las cantinas olvidadas de Dios y
de
su propio dueño: la guerra.
De: “Anatomía del Vacío”.
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