No hay que olvidarse
No
hay que perder el hábito,
no
hay que olvidarse, amar es obligatorio,
es
un deber fisiológico,
amar
para que los ojos no se nos den la vuelta
de
mirarnos el ombligo,
amar
para que nuestros brazos no se queden
raquíticos
de no abrazar,
o
amar para que por los suelos
no
se arrastren caídos,
amar
para que no se desgaste la misma mano
y
llegar al fondo de la cuestión.
No
hay que olvidarse, amar es obligatorio,
es
un deber profiláctico,
amar
para prevenir la hipocondría,
amar
sanando el dolor ajeno,
amar
para que fluya la corriente
y
no se nos queden los líquidos estancos,
amar
para entrenar al corazón
y
subirle los biorritmos.
No
hay que olvidarse, amar es obligatorio,
es
un deber dialectológico,
amar
para aumentar el vocabulario,
y
traer antónimos, para que el odio y sus sinónimos
no
sean mayoría,
amar
para que el músculo de la lengua
no
quede anquilosado,
amar
para segregar saliva y pronunciar mejor
las
consonantes bilabiales,
o
amar para llevarles la contraria.
Pero
repito, no hay que olvidarse
Pero
repito, no hay que olvidarse,
amar
es obligatorio, es un deber evolutivo,
amar
para preservar la especie humana
de
tener los ojos blancos, muñón de brazos
o
manos descalzas,
amar,
al fin y al cabo, para que siga viva la leyenda
de
que una vez amamos los humanos.
De: “En la salud y en la
enfermedad”
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