J.A.S
Un
cigarrillo turco, un té chino,
los versos de Baudelaire
y todo ello en la ciudad conventual
que tirita de frío.
Cuánta amabilidad fingida
en estos bogotanos untuosos y relamidos.
Se encerrarán en sus casas
y murmurarán pasito:
“Allí va José Presunción, el niño bonito”.
En esto ocuparán sus días.
Y en hablar de política.
Al final, inseguros,
recordarán antepasados
a los cuales, cómo no,
el Rey de España ennobleció sin límites.
Por esta raza menguante y cínica murió Bolívar.
Silva, entre tanto,
con pluma de oro y fina caligrafía,
compone su “Nocturno”.
los versos de Baudelaire
y todo ello en la ciudad conventual
que tirita de frío.
Cuánta amabilidad fingida
en estos bogotanos untuosos y relamidos.
Se encerrarán en sus casas
y murmurarán pasito:
“Allí va José Presunción, el niño bonito”.
En esto ocuparán sus días.
Y en hablar de política.
Al final, inseguros,
recordarán antepasados
a los cuales, cómo no,
el Rey de España ennobleció sin límites.
Por esta raza menguante y cínica murió Bolívar.
Silva, entre tanto,
con pluma de oro y fina caligrafía,
compone su “Nocturno”.
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