Cero
Aquello
sucedió rápidamente.
Tan
de pronto ocurrió
que
no hubo tiempo
de
cerrar los ojos
de
mirar
de
tener miedo.
Quedaron
manos detenidas
en
actos de amor
de
piedad de furia
los
gritos fueron
rígidas
flechas absorbidas por el viento
el
sol un diente helado
comiéndonos
los nervios
la
noche una distancia
claramente
presentida
los
amantes estatuas
abrazadas
a lo eterno.
Tan
de súbito ocurrió
fue
aquello tan perfecto
que
el árbol
no
fue árbol
ni
la rosa
fue
rosa
ni
el niño
fue
niño
ni
la piedra
fue
piedra
ni
el agua
fue
agua
ni
el silencio
silencio.
Un
nuevo sistema
castigó
la hierba
penetró
las escamas y los pétalos.
Ya
nadie pudo
refugiarse
en el sueño
ya
nadie tuvo luz
ya
nadie tuvo sombra
ni
se miró al espejo
ni
copió más pecados
ni
adquirió más defectos
ni
exaltó pasiones
para
después negarlas
ni
murió por verdades
o
por alma
ni
se mezcló entre el futuro
y
el recuerdo
ni
se agarró
al
desgaste del deseo
ni
a la fiebre
ni
a la fe
ni
a una planta
de
sencillas hojas verdes
ni
a un perro esperando
con
la cola levantada
ni
a un perfume
de
cabellos en la noche
ni
a un fantasma
disfrazado
de esperanza.
Aquello
fue tan rápido
tan
técnicamente exacto
y
en pureza concebido
que
los ojos abiertos
quedaron
abiertos
y
los ojos cerrados
quedaron
cerrados
y
los informes fueron
por
siempre
secretos.
Fue
tan rápido
que
ocurrió
en
menos del tiempo
necesario
a la boca
para
ser un beso.
Porque
aquello vino de una boca
fríamente
diciendo:
Tres
Dos
Uno
Cero.
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