Con ella en París
Ni
la poesía satisface mis deseos, ni la canción.
En
nombre de la poesía, pido perdón a tus ojos.
Intenté
describirte y no pude.
Oh
tú a cuyos pies se humillan las imágenes.
Divulgan
noticias que no creo:
¿es
verdad que entre tus pechos habita la luna?
¡Qué
difícil es describirte y deletrearte!
Cuando
te toco, lloran en mis manos las piedras.
¿Quién
eres? ¿Quién serás?: Me fallan los nombres,
no
me bastan el ingenio y la vista.
Con
mi amor pintaba tus pechos
y
fracasé: no soy más que un hombre.
Oh
nube de música que me da sombra.
Así
llovizna sobre el paraíso.
La
letra, desde tus ojos emprende su viaje.
Sin
ellos, todos los lenguajes se desmoronan.
Oh
tú, por la que deseo que se me torne la sangre
vino
con fuego de amor fermentado.
El
amor viaja cual espada por mi cuerpo,
y
yo no estaba preparado... ¡cosas del destino!
Mis
derrotas en el amor parecen perfumadas:
en
tu amor soy vencedor y perdedor.
Atrás
dejé mis victorias... y héme
orgulloso
de tu pelo hasta la cintura.
¿Qué
es el amor sino aventura?
Y
de ti, lo mejor del amor es el peligro.
Oh
tú, por la que deseo hasta que se torne mi boca
en
jardines con agua y fruta...
Las
islas de kohol en tus ojos maravillan.
¿Qué
hacer, si el viaje me reclama?
Morena:
los campos de tabaco están iluminados
y
las perlas del mar son transparentes y originales.
¿Te
acordarás de nuestro vagar por París?
Caminabas
perseguida por árboles.
Tus
pasos por la plaza Vendôme eran una melodía
con
el kohol de tus ojos extendiéndose por la Madeleine.
Amiga
del restaurante chino: nuestro asiento
aún
espera en nuestro rincón poético.
Todas
las estatuas de París nos conocen,
y
las floristas, los kioscos y la lluvia.
Hasta
las fuentes de la Concorde nos recuerdan:
no
sabía que el agua tuviera memoria.
El
Burdeos que saboreo me vence
y
tu cálida voz no deja piedra sobre piedra.
Mientras
sigas siendo mía, son mi reino las fronteras del sol,
la
tierra firme, la mar, las playas y las islas.
Si
tu amor me otorga su manto,
¿cómo
no voy a conquistar el mundo y triunfar?
Me
echaré a la mar, loco y suicida:
el
verdadero enamorado vive cuando se suicida.
(1986)
De: “El amor no se detiene
ante la luz roja”
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