sábado, 15 de febrero de 2020

ERNESTO MEJÍA SÁNCHEZ





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Aprendí una oración para decirla
solamente de noche; pacifica el sueño,
transparenta los párpados:
Adonais, limpia mis ojos, vélame
ahora que me entrego a la muerte
nocturna, a la instantánea muerte.
Suéñame un ángel puro, que me acompañe
siempre, y que sea mujer. 


De: “La carne contigua”

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