domingo, 23 de febrero de 2020

GEORG TRAKL





Canción de Kaspar Hauser

para Bessie Loos



En verdad amaba al sol que se ponía, púrpura, tras la
colina,
Los senderos del bosque, el mirlo cantor
Y la felicidad de lo verde.

En serio se hallaba su casa a la sombra del árbol
Y puro era su rostro.
Dios pronunció una suave llama sobre su corazón:
¡Oh, hombre!

En silencio, se dirigió a la ciudad por la tarde;
La oscura queja de su boca:
Quiero ser jinete.

Mas lo siguieron arbustos y animales,
Casa y jardín crepuscular de hombres blancos,
Y su asesino lo buscaba.

La primavera y el verano y bello el otoño
De los justos, su apacible paso
Por los oscuros cuartos de los soñadores.

Por las noches permanecía a solas con su estrella;
Vio que la nieve caía sobre las ramas desnudas
Y en el pasillo crepuscular, la sombra del asesino.

Plateada, se desplomaba la cabeza del nonato.


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