domingo, 15 de marzo de 2020

RUBÉN BAREIRO SAGUIER





Sarmientos



El mar es mar y es hoja en los viñedos
Y es hoja y linfa oscura por las venas
Una selva purpúrea en cada flanco
La herrumbre del otoño por las cuestas
Mientras suenan las trompas de plata golpeada
Mi estatua hecha de sal
La sombra como un perro
Y este valle de lágrimas
Lamido por las lenguas del azufre
Simiente cementerio
El pan de nuestras culpas
El perdón de todos los pecados
La lumbre permanente
Entonces yo pregunto
Por la resurrección del hueso

La joven madre con la sangre seca
Una noche
La vara florecida
Y apagada al instante

El purgatorio existe sin embargo
Y el perdido cielo
Aquí
El velorio de humo
De palabras
Y los aniversarios familiares
El merecido infierno
La misa
Los bautismos
El vino consagrado
El pan que sangra
El aceite y la sal
Por obra y gracia
De mi tronco y la greña
Antes ahora y siempre
El campo y el solar
Los mostos de la parra
Fermentando de abejas
Un solo racimo
Una viña sola
Una única copa
De todas las copas

Los álamos temblaron de amarillo
Cuando la escarcha vino en madrugada
La ceniza castaña en los viñedos
Como a través de un vidrio
Porque siempre es otoño
Cuando se engendra el árbol
Follaje espeso de la sangre
Por páginas y páginas y páginas
Los ríos tumultuosos desbordando
El sueño de Jacob junto a la escala

Mayorazgos de dudosa intriga
Pastores vigilando sus silencios
Pesadores de especias
Traficantes de sueños
Segundones de fuste y de neblina
Concubinos del suelo
Caciques del corazón diario
Astas y astillas
Alféreces del sacrificio último
Señores de señoría cordial
Solanos profetas campesinos
Con barbas
Romeros de la piel mordida
Con ojos y ojos por estrellas
Varones de la siega
Caballeros de pólvora y harina
Varones de la siembra
Padres de las doce tribus
El polvo numeroso de la tierra
Sin fondo hacia el boscaje
En la tarde de otoño requemado
Hacia algún alfarero sonámbulo en las rías
O algún señor de sable viñatero
En ribazos del sur mediterráneo
Dulce higuera asediada por las viñas
Con el año cumplido
Frugífera
Las mujeres de pan sumiso y tierno
De altiva cocedura
De suave arrope
Tonel y caldo fermentando
Tronco alburente mineral
Tallo sangrante
la fibra del horcón
Madera de hilo
La madera de sanjuán
Las vestales del culto masculino
Moneda de mandrágoras
Madre salida de madre
La madre del cordero nuestro
Madre nuestra
La más ancha puerta en este reino
Carne resedácea
Relincho y humareda
La hembra del terrón
El humus permanente
La madre del pelícano
La fuerza del borbote
Las alas del ave cenicienta
El hilo del rosario
Las cuentas y el murmullo
La puerta más estrecha

Entre el cristal y el vino
La afelpada garganta
Tú el aroma
El trago interminable
Y el brillo en el trasiego
El cuenco capitoso
Junto al sabor terrero
Como una flor o un canto
O un canto rodado entre mis labios
Paloma en la cornisa de ladrillo desnudo
En las petrificadas ranuras de la roca
Moneda de luz entre el follaje
El licor la licorna
La viña florecida
La viña madurando entre el herrumbre
Entre el rubín y el cobre
Y tu dulce presencia de cuévano repleto
Como el abrevadero
Y el nido de la sangre al mismo tiempo
El pañuelo anudado junto al calor del cuello
El largo toque a fuego
Y la paz de la leña
La lanza de agua fresca
La mañana ordeñada
Los labios de la miel
Y el olor del serrín

Pues todo te traía
y todo me llevaba
A la embriaguez del humo
De la lluvia cayendo
Del aromado zumo
Del vino más redondo
Cerca de la raíz
La cepa y su corriente
O la greña primera
O la serpa vacía
La noche en la semilla
El retoño del aire
Y el cántaro que aguarda

Mas la pregunta es otra
Bajo el cielo de arcilla
Engendrarás el hijo
Con el dolor del pecho
Hasta colmar la tierra
Estirarás el brazo
Recogerás el heno
Casi todos los días de la vida
Con el rostro enfundado en sudor
La desnudez del rayo en los cabellos
Sobre el hombre del hombre
Y el hijo del hijo de su hijo

Entonces el lodo se deforma
La oración cobra boca
Las algas se reúnen en el fondo del mar
Y las olas con la alta marea
El tajo sobre el agua
La muralla a izquierda y a derecha
Y el camino seco por delante
El sueño que trepa por las ingles

La señal de la sangre coronando el dintel
Lejos los huesos ancestrales
Sobre la palma ácida
Entre los ojos
La arena sembrada por el cielo
Como granos
Como gotas
Como estrellas
Jalonando el sendero

Porque es necesario
Por todos mis sarmientos enterrados
Con mis sienes despiertas
Con mis manos
Con mis dientes
Con el agua ahogando la torre de mi cuello

Al borde de la sangre
Y del barro anterior
Un pájaro o un grito


De: “Biografía de ausente”


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