Un artista
Me
fascina imaginar su cólera.
Su
obstinación ante la roca, su contención
de
la sustancia de las manzanas verdes.
El
modo en que supo ser perro ladrando
frente
a su imagen ladrando.
Y
su odio por la propia actitud
ante
el único trabajo que merecía la pena,
la
vulgaridad de esperar si acaso
gratitud
o admiración, significado
al
fin de un robo de sí mismo.
Y
el modo en que su fortaleza se erguía,
segura
de estar haciendo lo que sabía hacer.
Su
frente como una boule arrojada,
surcando
el incoloro espacio
tras
la manzana y la montaña.
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