Su hermano Sakhr
Ningún
día ha sido tan triste como el día que Sakhr
me
dejó. Dulce y amargo para siempre.
Sakhr
era nuestro señor, nuestro jefe.
En
el invierno Sakhr hizo una fiesta
y
nos llevó.
Sakhr
murió cuando teníamos hambre.
Sakhr
fue nuestro guía
como
una montaña cuya cima es el fuego.
Firme,
cara perfecta, piadoso,
encendió
la guerra en la mañana del miedo.
Él
llevó banderas, salvó nuestra sangre, fue
testigo
de asambleas, creó un ejército de los ejércitos,
sacrificador
de camellos, un refugio para los oprimidos,
liberador
de los presos, componedor de huesos.
Yo
digo que no había nadie como él en el mundo.
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