¡Ah, Demóstenes!
Me
llenaré la boca de piedritas,
Demóstenes.
No
para ahogarme, sino mitad delfín, mitad
pez
martillo de aguas profundas
cabalgar
en las olas, embestir contra los rompientes
que
erigen,
machacar
los impedimentos del poder e inundar
sus
torres corrompidas:
Me
llenaré la boca de piedritas.
Pondré
ortigas en mi lengua
Demóstenes
Y
luego frustraré su retracción punzante. Ah,
que
me queme de los pies a la cabeza
que
en cada poro tenga sarpullidos
para
que marchite el poder del tirano
con
una descarga
Pondré
ortigas en mi lengua.
¿Pero
ha oído hablar del werepe
Demóstenes?
Ni
siquiera toda su estoica calma puede apagar
los
abrasadores pelos de esa vaina infernal.
Hace
que una reina corra desnuda por el mundo
una
comezón que le dice al mundo que su carne
está
putamente enferma:
Pondré
werepe en todas las lenguas.
Pondré
un poco de veneno de ratas en mi lengua
Demóstenes
Para
picar a los roedores con el beso de la muerte.
Decidiré
su destino en túneles oscuros y húmedos
como
habitaciones de sus rehenes
privados
de aire, privados de esa misma luz
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