miércoles, 16 de septiembre de 2020

ALEX FLEITES

 


 

El hijo prodigo

 


 

Y heme aquí en el punto del comienzo

 

Cabalgué como un predestinado
Cabalgué como un renuente
Cabalgué con la inocencia
de quien pierde la lumbre,
el sosiego que sólo fija el mar.

 

Aquí estuvo el hogar. Aquí, la mesa
sobre la que cantaba la hermanita
Aquí, los instrumentos de triturar olores
Aquí hubo una mujer cuidando el fuego
Aquí, los hijos, sus manos todavía inhábiles,
nos prevenían, nos incitaban, nos exigían más

 

Quien padece la salmodia del viento
no teme llamar a los postigos
Sólo entrever –la humildísima hendija–

 

Adentro se oyen pasos similares a los míos
Adentro, los murmullos, las caricias invisibles
Adentro, el tigre que desgarra los sueños

 

He vuelto, oidlo bien, he vuelto
Puedo pasar un día o un siglo ante el templo
con la apariencia de un borracho ciego

 

Terminarán por aceptar mi rostro
cruzado de verdes cicatrices

 

 

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