sábado, 16 de enero de 2021

MIHAÏ BENIUC

 

  

 

Un hombre espera el alba



Libreta militar, diploma de doctor 
y algunos líricos tormentos. 
Sobre la colina, 
tranquilo, 
el molino de viento. 
El espejo del lago 
se ensombrece en la tarde. 
En una casa abandonada 
llama el mochuelo. 
Están lejos las estrellas. 
Frescor. 
¡Qué gran dicha es a esta hora 
reunirse con los suyos 
a la mesa 
bajo la luz del quinqué! 
A un extraño que pasa ladra un perro. 
Solo. 
Incluso los caminos llevan a las tinieblas. 
Silencio. 
Con diamantes -las estrellas- rasgan 
el vidrio azul de la noche. 
y el campo está desierto. 
Un muro inacabado. 
El barbecho, perfume de cicuta. 
Aquí el maestro albañil 
no enterró un alma en los cimientos. 
Y mañana
saldrán al sol los lagartos 
sobre las piedras calientes. 
¡Mañana! 
¡El sol! 
Aquí hay un hogar de fuego. 
Bajo cenizas, la brasa. 
Viejos ramajes 
avivan la llama. 
El pasado es un tronco abatido de árbol 
donde está sentado un hombre 
con el rostro iluminado 
por la llama. 
Con el rostro iluminado, 
un hombre 
espera el alba.

 

1955

Versión de Rafael Alberti y María Teresa León
 

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