Un hombre espera el alba
Libreta militar, diploma de doctor
y algunos líricos tormentos.
Sobre la colina,
tranquilo,
el molino de viento.
El espejo del lago
se ensombrece en la tarde.
En una casa abandonada
llama el mochuelo.
Están lejos las estrellas.
Frescor.
¡Qué gran dicha es a esta hora
reunirse con los suyos
a la mesa
bajo la luz del quinqué!
A un extraño que pasa ladra un perro.
Solo.
Incluso los caminos llevan a las tinieblas.
Silencio.
Con diamantes -las estrellas- rasgan
el vidrio azul de la noche.
y el campo está desierto.
Un muro inacabado.
El barbecho, perfume de cicuta.
Aquí el maestro albañil
no enterró un alma en los cimientos.
Y mañana
saldrán al sol los lagartos
sobre las piedras calientes.
¡Mañana!
¡El sol!
Aquí hay un hogar de fuego.
Bajo cenizas, la brasa.
Viejos ramajes
avivan la llama.
El pasado es un tronco abatido de árbol
donde está sentado un hombre
con el rostro iluminado
por la llama.
Con el rostro iluminado,
un hombre
espera el alba.
1955
Versión
de Rafael Alberti y María Teresa León
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