Al calor de los manteles
Realmente
hay pocas cosas tristes
en
la vida;
quien
se sienta solo en la mesa
lo
sabe.
Porque
no es la comida
desabrida
del día anterior,
no
es el olor cotidiano
ni
la sopa recalentada.
Es
más, mucho más.
No
es ni siquiera
el
hecho de saber
que
es triste
que
uno se siente solo a la mesa para comer.
Es
la certidumbre de que los días
son
obstinados y se repiten.
Es
la tristeza misma
que
es triste
y
está sola
posada
en los platos
llana
y pensativa
como
ayer.
De: “Al margen de las hojas”
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