Carta
de remisión materna
Disculpa
por no haberte llamado más domingos
Por no abrazarte más la última vez, Abuela
Dejaste a un niño tembloroso detrás de ti
ese niño que te escondió de fiestas y te dio tres hijos
Olvidaste a una mujer con la mirada triste
atrás también dos mandrágoras mudas
Con los oídos cansados de tanto llanto
Lamento
no grabar tu voz
postergar las clases de costura
no pedirte no sé cuántas
cosas para enseñar
no sanar todas las
heridas tuyas cada noche
Dejaste una flor frágil, sin plantar
un cachorro esperando en la puerta de vidrio.
Abuela,
¿cómo encontraste a tus muertos?
¿estás bien allá arriba?
¿o alcanzaste esa otra vida que anhelabas?
Gracias
Por hacerme fuerte
y amarme como fui
por cuidar los moretones
el hambre y los antojos.
Disculpa,
por haber estado tan poco
por llorarte tanto y escribirte en tantas hojas mojadas
Ojalá un día vengas a visitarme en sueños
o cuando prepare el pastel de naranja que tanto disfrutabas.
Ahora no escucho los rezos con mi nombre
Quién me dará unos versos para sonreír
Quién me esperará a un lado de la fila del banco
Quién portará tu perfume y tus blusas favoritas
Quién acomodará los trastes como a ti te gustan
y mantendrá esta casa sin polvo
y sin lágrimas.
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