3.
En el barco
hay lenguas vacías, lenguas maltratadas, muchas lenguas que florecen en la boca
como ortigas quemando el oído en ese exuberante jardín suspendido, una torre de
Babel como un infierno flotante. Tenemos raíces pegadas al esternón, branquias
brillantes que cubren nuestros cuerpos y palabras como pencas de ideas y
alicates cortantes. Pero somos rehenes de una lengua extraña, lengua-émbolo,
legua-temblor, que desvanece el antídoto contra la muerte y nos amontona
dentro
todos mutilados de alguna lengua madre
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