En
el café
El
piano
que gruñe
metido en un rincón
le
muestra la dentadura
a
los que le pasan junto.
La
bomba eléctrica
evoluciona
su luz
en
el espejismo de mis uñas
y
desde la mesa
donde
una copita
vacía
finje
burbuja
de
aire
solo
–a grandes sorbos–
bebo
música.
En
neblinas de vapor
van
pasando ante mis ojos
los
sopores de Asia…
Siento
que anda por mi sangre
el
espíritu de las uvas
del
Mediodía…
y
cuando los alambiques de la orquesta
dejan
de filtrar
el
alma ebria
—que
le da por tornasolarse
en
el azul de los sueños—
se interna
por la callejuela tortuosa
de
un cuadrito
colgado
a la pared.
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