viernes, 15 de octubre de 2021

DANIEL CUNDARI

 

  

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Donde un tiempo el peripato se abarrotaba,

ahora de hombres sin ética el mundo se reanima.

 

                Donde Pitágoras reivindicaba la palabra,

clandestinos sin futuro se asoman a la vida.

 

Síbari ya no brilla, Pompeya se derrumba.

 

Cada filósofo tenía un escollo en el que conversar,

hoy en día quienes toman el sol en la playa es gente en paro.

 

No obstante aún escucho el canto de Homero.

Nosotros somos los sordos y los ciegos.

Él grita, grita, grita, en vano.

 

 De: “Poemas para delinquir”

 

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