Sin
saber
Eres
nuestra, y te dejamos escapar como a un pájaro exótico o como a un agua que no
nos perteneciese. No te escapas en el cumplimiento de tu naturaleza, cuando te
arremolinas sobre el desagüe último del pacto. Eso es el solo fluir rítmico de
lo que brilla y después se satura de tiniebla –como tantas veces hemos visto-.
Te escapas en las horas que vivimos sin saber, frente a los ojos conocidos o
los mecanismos del nosotros cotidiano. Es en ese no percibirte hasta ya pasada,
cuando parece que te nos escapas. ¿Vive el que no sabe a su tiempo? Nosotros
nunca supimos, nunca a tiempo. Y acaso eso sea el vivir: no hallar el tiempo en
que clavar una palabra segura; aunque fuera para decir: vida, nuestra.
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