Umbral
En noviembre de 2016 hice una lectura en la Casa de América de Madrid, invitado por la Embajada Argentina, en el marco de un ciclo de poetas argentinos. Como no me considero un poeta argentino, o no mucho, decidí leer poemas que, de un modo más o menos explícito, hablaran de la no-argentinidad, es decir, del exilio y de todo lo que parece derivar de esa experiencia: de la vida fantasma que, de un modo absurdo pero también poderoso, parece que estaba destinada a uno y uno no vivió; de sentir más interés por lo que podría haber que por lo que hay, por lo imaginario que por lo real, por lo posible que por lo probable; de la carencia de algo interno que no resulta fácil nombrar y de cómo esa carencia genera una sensación de poca solidez, de provisionalidad perpetua; de la dificultad para identificarse con lugares o discursos, e incluso con los valores propios. Sé que nada de esto es exclusivo de los exiliados, pero yo lo asocio con el exilio, con eso de ser dos, o ser otro, o no ser nada. Un mes después viajé a Sevilla para participar en un acto dedicado a escritores «de las dos orillas», donde leí unas notas sobre la relación entre literatura y exilio. Recojo aquí los poemas que elegí para la lectura en Madrid —más unos pocos más que me parecen pertinentes— y las notas que escribí para el acto de Sevilla. Agradezco a Susana García Iglesias, de la Embajada Argentina, y a Antonia Osorno, del Centro Andaluz de las Letras, por las invitaciones.
De: “El mar hospital es el mar
aeropuerto”
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