Adiós
a la muerte
Qué
de perfumes de ardor esquivo; qué de miradas;
qué de olvidadas, viejas pupilas de sol nocturno;
qué de perdidas enciclopedias nos desafían.
Clavad, abuelos, vuestros suspiros desenterrados;
tornad a prisa las gruesas láminas del álbum rojo;
dormida raza de serafines, corred los velos.
Qué de recuerdos, qué de imperiosos, hondos llamados;
qué de perdidas enciclopedias nos desafían;
qué de distancias entrecortadas de atisbos pálidos.
Pero, tenaces, herid, cuchillos, los corazones de padre y madre;
romped los vidrios multicolores de las ventanas;
dormida raza de serafines, ¡corred los velos!
Qué de perdidas enciclopedias nos desafían;
qué de polillas y de carcomas y de gusanos;
qué de levitas, qué de ambarinos, tenues encajes.
Haced ceniza, negra ceniza de lo pasado;
dad a los trastos los cortinajes y quitasoles;
naced airosos, hijos del día, con nuevas alas.
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