Abrazar
su estrato de mar.
Abrazar su piel de roca.
Sentir el enmascarado
paisaje del atardecer.
Sal, brisa, espuma
cuando aparecen
sus ojos de niño,
sus ojos de lobo,
sus ojos de amante.
Dejar los besos
en su cuello de arena
para los días de sombra.
De: “Un roce al paso”
No hay comentarios:
Publicar un comentario