Uno
A
veces las hojas se cansan y se dejan arrastrar por el viento, atraviesan el
verano seco y los aguaceros. Ese rendirse guarda una belleza que nos ha sido
destinada también a nosotros, un destino donde no existen privilegios ni pausas
ni divinidades con quienes razonar. Uno no lo sabe, pero cada día vive menos y
el rastro que queda es una nostalgia insobornable.
Uno se vuelve loco de tan triste. Uno deambula entre deseos. Uno finaliza el
día pensando en los que ama y que lleva tiempo sin ver. Uno busca consuelo,
pero no es fácil. Nada es fácil. Uno cruza puertas que nos llevan a puertas y
habitaciones que nos llevan puertas y puertas que nos llevan a habitaciones,
hasta el último segundo.
Uno se queda sin quien nos abandone. Uno piensa y piensa mientras las personas
más hermosas se van. Uno evidencia su fragilidad y se hace niño. Uno es
imperativo y se rodea de gente con veneno. Uno termina leyendo a solas y
escribiendo para nadie.
Pero uno puede salvarse tarde, pero salvarse. Uno puede tocar un cuerpo sin retenerlo.
Uno puede dejar que las flores crezcan sin jarrones. Uno puede ser lluvia y no
granizo. Uno puede ser asombro que roza lentamente el oído de quienes aún no
existen. Uno puede ser sendero o casa o cielo despejado.
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