El
mar de las tinieblas
Carta
Moral a Lucilio
Escribe
Séneca (40 d.C.)
Solitario
y débil,
el
buey viejo
quiere
pasto tierno
y
los hombres,
no
muy diferentes,
somos
alimento
diario
de la muerte.
Nuestros
cocineros
circulando
entre los fuegos
preparan
manjares para muchos
y
los labriegos en Sicilia
y en
África, y acaso más allá
del
mar de las tinieblas, siembran
hierbas
aromáticas, hortalizas y frutales
para
alimentar a Roma y a las ciudades
de
los cuatro confines
en
cada uno de los imperios.
Cada
quien defiende con los dientes
su
verdad en el foro.
Con
discursos y denuestos
los
antagonistas se acompañan.
La
mujer discute con el marido.
Ambos
escuchan el eco
de
dos voces y como eso no les basta
engendran
al hijo entre sollozos.
Condición
del hombre es estar solo,
vivir
lo breve en la incertidumbre.
En
cualquier cosa que hagas, Lucilio,
pon
tus ojos en la muerte.
Consérvate
bueno.
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