Escombro
de luciérnaga derribada,
esa que vuela en los sueños ancestrales
y despliega sus alas de silencio eterno, verdadero.
Un
aleteo y otro aleteo,
y la noche avanza en pequeños aleteos,
día a día un viento nuevo hasta que el cielo
nos destierre con sus cuchillos de luz.
Y
aún sin cielo, volaré a tu lado.
Te mostraré los días blancos que anuncian la felicidad.
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