El
hechicero y los mecánicos
El
hechicero y los mecánicos
salen callados a beber cerveza;
se sientan en lo profundo de la taberna
y hablan entonces de las cosas nuestras de cada día;
de los tornos girando, del estruendo del taller,
de los motores compuestos poco a poco,
que al fin se mueven por su propio esfuerzo.
Luego describen las horas de la televisión,
la noche y las frazadas, la esposa, el miedo de los niños.
Los mecánicos hablan, el hechicero calla:
siente la envidia por estos hombres comunes;
quisiera abandonar su profesión en desuso,
cambiar el arte de convertir ratones en flores,
naranjas en cuchillos;
la magia aprendida con tanto esfuerzo,
por un overol manchado de grasa,
un sitio en una nave llena de máquinas y taladros,
donde giran sin término las grandes ruedas de acero negro.
De: ”Libro
de buen humor”
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