Gasolina
Así
como llegaste
reventando
los cristales de mis ojos
usando
tus garras para trepar
desde
mis tobillos,
mordiendo
justo debajo del ombligo,
cocinándome
a fuego lento el corazón,
besando
sin prisa
como
besan los que saben de amor.
Sabías
de amor porque no lo querías.
Yo
creía que sí,
que
sería yo,
que
serías tú.
Así
como llegaste te he echado,
te
has ido,
he
sorprendido al desencanto al cogerte por los pies
y
arrastrarte lejos.
Cuando
tu barco atracó en mi puerto
no
vi desembarcar a las ratas.
Sólo
miré al bajar tú, sonriente,
escoltado
por dos linces
que
afilaban sus garras en el cemento.
Buque
de madera picada,
carcoma
y fobias desatadas.
Lo
cubriste con una sábana.
Era
naranja, lo recuerdo,
se
fundió con la puesta de sol.
Te
escuché silbar
y
acudieron mis zapatos
dóciles,
siguiendo
las huellas de tus pies descalzos.
Llegué
a ser un caligrama,
tus
palabras dibujaban tulipanes en mi boca.
Marchitó
el jardín;
lloré
por él.
Lo
abandoné
y tú
también.
Cementerio
de gusanos.
No
quise verlo arder
pero
lo ahogué en gasolina mirándote a los ojos.
De:
“Oasis”
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