miércoles, 28 de septiembre de 2022

ANA LUCAS

 

  

Gasolina

 

 

Así como llegaste

reventando los cristales de mis ojos

usando tus garras para trepar

desde mis tobillos,

mordiendo justo debajo del ombligo,

cocinándome a fuego lento el corazón,

besando sin prisa

como besan los que saben de amor.

Sabías de amor porque no lo querías.

Yo creía que sí,

que sería yo,

que serías tú.

Así como llegaste te he echado,

te has ido,

he sorprendido al desencanto al cogerte por los pies

y arrastrarte lejos.

Cuando tu barco atracó en mi puerto

no vi desembarcar a las ratas.

Sólo miré al bajar tú, sonriente,

escoltado por dos linces

que afilaban sus garras en el cemento.

Buque de madera picada,

carcoma y fobias desatadas.

Lo cubriste con una sábana.

Era naranja, lo recuerdo,

se fundió con la puesta de sol.

Te escuché silbar

y acudieron mis zapatos

dóciles,

siguiendo las huellas de tus pies descalzos.

Llegué a ser un caligrama,

tus palabras dibujaban tulipanes en mi boca.

Marchitó el jardín;

lloré por él.

Lo abandoné

y tú también.

Cementerio de gusanos.

No quise verlo arder

pero lo ahogué en gasolina mirándote a los ojos.

  

De: “Oasis”

 

 

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