domingo, 18 de septiembre de 2022

JUANA VÁZQUEZ

 

  

 

Ahora es momento de abrocharme

la cremallera de la vida.

El día invita a vivir tierra adentro.

Es abril

y en mi pueblo nacen manojos de margaritas.

Yo quiero cerrar la cremallera de arriba abajo

y no ver nada más que el montón de flores

que rodean la plaza

los gorriones ebrios de felicidad cantando

y jugando al lado de la iglesia

y yo sentada en la mesa de un bar

un bar pueblerino

donde los campesinos pasados de copas ríen

y juegan al mus

a las máquinas tragaperras

a las cartas…

Pero por la ventana oigo el grito del viento

que me habla con la voz de adivina

y me dice que me meta

donde los soles cifran su mensaje.

¿Dentro del túnel de la ignorancia? ¿Para qué…?:

Para alcanzar el Conocimiento.

Me engañan.

No quiero

y abrocho a la fuerza la cremallera de los días

para que no aparezcan las cadenas y vallas de lo Inefable.

Sólo anhelo el abrazo de las alacenas

y los besos de pan.

Pero siempre hay alguna grieta donde se filtra una voz  plana

que pinta gris y efímero lo cóncavo.

Y cuenta que  la música está sólo en el agujero onírico.

Debería enmudecer la voz subterránea que interfiere en mi                                                                     vida.

Pido olvidar la liturgia de la búsqueda y las dudas

y acomodarme en las suaves

faldas de las montañas

del humilde campo

masticando tierra sin más.

 

De: “Voz de niebla”

 

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