Genoveva
Genoveva,
hija mía, era una sencilla pastora.
Jesús era también un sencillo pastor.
Pero qué pastor hija mía.
Pastor de qué rebaño, Pastor de qué ovejas.
En qué país del mundo.
Pastor de cien ovejas que permanecieron en el redil, pastor de la oveja
perdida, pastor de la oveja que vuelve.
Y que por ayudarla a volver, ya que sus patas no podían llevarla,
sus patas extenuadas,
la toma dulcemente y la lleva él mismo sobre sus hombros,
sobre sus dos hombros,
dulcemente plegada como una media corona, en torno de la nuca,
la cabeza de la oveja dulcemente apoyada así sobre su hombro derecho.
Que es el buen lado.
Sobre el hombro derecho de Jesús,
Que es el lado de los buenos,
y el cuerpo enrollado en torno del cuello y en torno de la nuca.
En torno del cuello como una media corona,
como una bufanda de lana que da calor.
Así la oveja misma da calor a su propio pastor,
la oveja de lana.
Las dos patas delanteras bien y debidamente agarradas con la mano derecha,
que es el buen lado,
agarradas y apretadas,
dulce pero firmemente,
como se agarra un niño cuando se juega a llevarlo a horcajadas
sobre los dos hombros,
la pierna derecha con la mano derecha, la pierna izquierda con la mano
izquierda.
Así el Salvador, así el buen pastor
lleva a horcajadas esa oveja que se había perdido, que iba a perderse
para que las piedras del camino no golpeen más sus pies golpeados.
Porque habrá más alegría en el cielo por este pecador que vuelve
que por cien justos que no hayan partido.
Nota:
Charles Péguy, también conocido por sus seudónimos Pierre Deloire y Pierre
Baudouin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario