Por accidente y por destino
I
Por accidente y por destino se conocieron mis padres
Accidente sobre todo para mi madre, como diría ella después
de ese encuentro con mi padre en un café de Berlín
Mi
padre, como buen alemán, no creía en accidentes
sino en destinos
Su destino, según él, era encontrarse con mi madre
Una
noche de Viena de hace setenta años
mi madre tuvo otro accidente
Esa misma noche y en la misma ciudad
mi padre tuvo otro destino
Me
trajeron al mundo
Para
mi madre fui una noche accidentada
Para mi padre, la claridad de su destino
Frente a tal dilema cada quien parecía razonar
con los mejores argumentos
II
Cuando
nací, innegable como el sol
no hubo mayores desacuerdos
Pero me pusieron dos nombres
El primero elocuente para que no me dejara amilanar por la vida
el segundo poético para que me fuera bien en el amor
El segundo fue el que más usé, en homenaje a mi madre
En cuanto al primero, la “Segunda Guerra”
hizo buenas migas con él
Al
crecer, tampoco hubo disensos apreciables
Pero no fui lo que quería mi padre que fuera
ni culminé la carrera con la cual mi madre había soñado
Estas discordias familiares
me hicieron luego un profesional inteligente
III
Ya
grande, y fallecidos ambos
quise evitar los probables accidentes de mi madre
y obviar, en lo posible, los destinos heredados de mi padre
En
ambos casos, tuve un destino accidentado
Por
ello, heme aquí
en la ciudad donde vi la primera luz, Viena
narrando un poema que podría ser
el de cualquier otro que, como yo
haya nacido mitad accidente, mitad destino
De:
“Café Kafka”
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